ASÍ SON LAS COSAS (O AL MENOS LO PARECEN) 2001 - 2002
En la primavera de 1983 soñé imágenes muy concretas. Me desperté sobresaltado en mitad de la noche, busqué un papel y lápiz y las dibujé. Volví a la cama y en la mañana, cuando desperté de nuevo solo tenía un objetivo: hacer reales las imágenes de mi sueño. A partir de ese momento ya no hubo marcha atrás, mi imaginación empezó a maquinar todo tipo de imágenes ante el estímulo de cualquier objeto, cualquier frase, cualquier color. Había encontrado un espacio mental y un lenguaje con el que contar cosas, historias, emociones y sensaciones.
Ese fue el comienzo de un proceso de acumulación de objetos de todo tipo, comprados en rastrillos, encontrados en contenedores, en casas de amigos, entre los juguetes de hijos y sobrinos, en los todo a 100, en las tiendas de souvenirs, en fin, todo aquello que me emitía algún mensaje pasaba a formar parte de mi estudio para luego participar en un complejo entramado de imaginación e imágenes. Los personajes y los objetos se convierten en actores y atrezzo que están esperando su oportunidad para actuar y aparecer en escena.
Hay días en los que todos intentan levantar la voz para que les oiga y les rescate del olvido. Quieren contarme su historia personal para que la plasme en una imagen. Pero son tantas, infinitas diría yo, las historias que encierran que a veces me abruman. Así que he decidido que, de momento, solamente les voy a presentar en sociedad como si de un casting de actores se tratara y a fotografiarles intentando quitarles gran parte de su carga narrativa. Quiero mostrarles con todos sus potenciales, sin marcarles el sentido de su discurso.
Algunos se revelan y se agrupan intentando crear algunas frases de un guión. Yo, que soy un flojo, me dejo convencer y me limito a fotografiarlos tal y como ellos se ven. Suelen ser los objetos fetiches que se creen importantes porque yo les he prestado más atención y, por tanto, escuchado más. En fín, que esto es un lío, que no sé qué es verdad y que es ficción; qué es mío y qué es de ellos. El caso es que cada vez que abro el cajón de las maravillas la imaginación no para de dar vueltas y el juego se pone en marcha. De momento lo único que puedo decir es que así son las cosas (o al menos, lo parecen).